sábado, 1 de diciembre de 2012

Literatura Infantil: más que mundos fantásticos, un medio para aprender

Quienes me conocen, saben que soy una ávida lectora de libros infantiles. Ha sido un género que he mantenido conmigo durante muchísimo tiempo, y que forma parte de mi identidad, no solo como lectora, sino también, como ser humano.

Cuentos Infantiles de Oscar Wilde
Me dio visión. Me abrió las puertas del mundo. Me hizo entender, también, que la imaginación no era nada malo. Que sin importar cuantas veces me reprendió la maestra en el jardín de infancia por rayar con crayones las paredes, sabía que había muchos niños que disfrutaban de la cuenta cuentos en la biblioteca, que nos narraba historias sobre esa pequeña niña que dibujaba puertas que le abrían paso a singulares mundos mágicos. Y al ver que mis compañeros, se deleitaban igual que yo; sabía que no estaba sola.

Porque los libros de cuentos y fábulas infantiles me hicieron valiente, me instaron a aprender y a querer recordar. Que cuando me dieron mi primer protagónico en una presentación infantil, dejé de la lado la incomodidad del disfraz y las líneas que debí aprender; ya que sabía que la rosa debía verse como "la más hermosa del jardín" y que quienes me vieran, debían aprender también la moraleja, "que sin apreciar el valor de los demás en nuestras vidas, no somos nada".

Los libros me hicieron mejor persona. Incluso anhelar las sonrisas de los pacientes con enfermedades terminales, quienes nos veían en las practicas previas a los "estrenos" de las obras. Y cada vez que debía "resbalar por accidente" hacerlo sin quejarme. Porque valía la pena ser graciosa, si con eso animaba a alguien y si interpretaba bien, lo que ya había leído. Y porque al final, también la pasaba bien.

Los libros infantiles, aquellos sencillos volúmenes que te dan voz, te enseñan a leer. Aquellos invaluables trozos de historias que te sacan lágrimas y sonrisas. Que te hacen desear entrar a Narnia, si te encierras en tu ropero. Que te dan a conocer, que no eres la única que no quiere crecer, y que por tu ventana, podría llegar Peter Pan a buscarte en cualquier momento. Que puedes ir al Callejón Diagon si estás falto de varita y escoba voladora. Porque yo también quise hacer un Viaje al Centro de la Tierra y no llegué muy lejos usando una cuchara. Porque mi madre también me dijo "Te está creciendo la nariz", mientras yo la tocaba con rapidez para asegurarme que no era cierto. Porque también lloré, al leer sobre el sacrificio del ruiseñor, aquella romántica ave de voz melodiosa que tiñó de roja, con su sangre, la flor. Yo también sentí escalofríos, con el Gato Negro de Poe.

Porque todos los libros son mágicos, sin importar si hay fantasía incluida o no.

Porque me niego a ser una hipócrita que se considera sí misma como un "literato" que no pierde tiempo con infantiles y juveniles. Aquella amarga persona que cree, no debería llamarse lector a aquel que gasta tiempo con ese tipo de "pseudo-literatura".

Porque no me avergüenza decirlo, me gustan los libros para niños. Los Infantiles guardan los deseos de los adultos que los escriben, y mantienen despiertos los sueños de aquellos que los leen. Ese tipo de libros, me han convertido en quien soy.

Porque me enoja saber, que hay lectores que niegan sus comienzos, y que les gusta afirmar que si no fuese por libros de autores ganadores del Novel, no habrían empezado a leer por placer. Debería darles pena.

Mientras, sigo leyendo, ampliando mis gustos. Que interesa ya, si todos los "Porques" dejan de tener sentido. Lo más importante es que los libros infantiles son mucho más que mundos fantásticos, y aún sigo aprendiendo de ellos.

2 comentarios:

Andrea dijo...

Los libros infantiles son la razón de que muchos lectores actuales verdaderos existamos, puedo decir, y con orgullo, que amor Harry Potter, que amo Las telarañas de Carlota, que me fascina Caperucita roja y esos cuentos antiguos.
Creo que son los que tienen más magia, los que en serio nos hacen soñar, linda entrada (:

Eli dijo...

COn el unico cuento que he llorado en toda mi vida fue "el ruiseñor y la rosa" de Oscar WIlde.